sábado, 4 de noviembre de 2017

De Cartas a Juegos de Mesa: Una historia de amor.

"Si alguna vez amé algo al punto de la obsesión definitivamente fue el TCG"

Pensé que nunca podría, pero hace poco más de 5 años, aunque me gustaba mucho dejé el mundo de los TCG; si yo he amado algo en mi vida definitivamente han sido los juegos de tarjetas intercambiables y como no iba a gustarme si jugué casi todo lo que se podía jugar y más importante aún, me gustaba porque era casi el único medio que usaba para conocer gente.

Sin embargo, decidí dejarlo de un día para otro y comencé a vagar por el mundo sin un hobby real donde pudiera competir así que intenté refugiarme en los videojuegos, pero la verdad no son lo mismo. Así pasó un tiempo hasta que aparecieron en mi vida los juegos de mesa con todos sus bonitos componentes, sus conceptos raros y sus excepcionales mecánicas. Había encontrado el amor.

Como ya se pudo leer en esa breve introducción en esta ocasión quisiera hablar de un tema muy personal el cual es mi hobby definitivo, y digo definitivo porque si bien los videojuegos, las películas y los cómics siempre han estado junto a mí nunca me he considerado un buen jugador de videojuegos porque no soy bueno en muchos de ellos, tampoco soy coleccionista retro y no soy un consumidor de cómics muy habitual de esos que compran semana a semana.

Lo que sí puedo decir es que una buena parte de mi vida, poco más de 10 años la dediqué a jugar TCG’s mejor conocidos como juegos de cartas intercambiables. Realmente aprendí casi todo juego que se podía jugar en esos tiempos, empecé en Magic The Gathering, pasé por la primera edición de Mitos y Leyendas, fui campeón de la primera liga de Pokémon TCG de mi ciudad, jugué VS System los 2 meses que tuvo popularidad y así podría seguir y seguir porque en verdad amaba el TCG tanto jugarlo como descubrirlo e incluso estudiarlo.

Se podría decir que era mi mundo perfecto hasta que un día caí en cuenta de que ese tipo de juegos es un cuento de nunca acabar y el gasto económico que requiere es grande; peor aún estaba llegando a darme cuenta de que por más mecánicas que se le metieran, el juego competitivo (que era lo que a mi realmente me gustaba) siempre terminaba en dos o tres decks sin variaciones mecánicas, totalmente sacados de internet y faltos de creatividad donde el presupuesto importaba más que la habilidad de quien jugaba y lo que para mí comenzó como un hobby por diversión y una herramienta para conocer gente terminó convirtiéndose en un Pay2Win que no estaba disfrutando mucho.

Rise of the Eldrazi fue mi última expansión en Magic, no la disfruté para nada y eso se debe a que ya tenía la idea de dejar el TCG; una vez que pude dejarlo comencé a sufrir al ver las nuevas expansiones que estaban saliendo en Magic, con VS casi que me daba igual debido a que al menos la tienda que yo frecuentaba el juego no duró ni 2 meses cuando lo sacaron de stock. Con Mitos y Leyendas mi relación fue muy especial por lo cual si me dolió cuando me dijeron que la empresa que creaba el juego había quebrado, tal vez indirectamente ese fue un factor que me impulsó a dejar el juego definitivamente.

No voy a mentir, muchas de las mejores experiencias de mi juventud al igual que mucha gente increíble que conocí llegaron gracias a que estaba inmerso en el mundillo del TCG, en especial en Magic sin embargo el hecho de que el juego poco a poco se iba encareciendo y yo cada vez era más pobre a la vez de que intentaba involucrarme más en los estudios fueron factores que terminaron por alejarme del juego, si bien pude haber dejado poco a poco todo ese ambiente decidí quitar todo de un solo corté, vendí las cartas que pude para recuperar algo de dinero (y vaya que recuperé algo) otras las regalé y finalmente dejé de ir a mi tienda de juegos predilecta.

Una vez fuera, entre videojuegos y cómics de alguna manera pude mantenerme vivo pero no satisfecho porque seamos claros no solo de comer vive el hombre, también necesitamos ocio en nuestras vidas, algo en lo que podamos gastar nuestro tiempo libre y que nos haga felices.

Pues bien, yo me había quedado sin ese algo que tanto me gustaba hasta que un día caminando entre las calles de mi ciudad me topé con una tienda de juegos de mesa cosa que se me hacía extraña porque, aunque me gustaban mucho los juegos de mesa desde niño nunca pude completar una partida de Risk ni de Monopoly y la mayoría de las veces terminaba jugando conmigo mismo.

Lo que pasó ese día no tiene palabras para describirse porque me sentí inmediatamente acogido por la tienda pese a que solo estaba el vendedor quién muy amablemente me invitó a conocer la tienda y a jugar y conocer muchos juegos, cosa que nunca me habían ofrecido ya que en mis experiencias pasadas en tiendas de cartas en cuanto entras ves a un montón de gente jugando y el vendedor pocas veces te ofrece que juegues con él.
En fin, ese día conocí los denominados “juegos de mesa modernos”, el primero que jugué fue el Timeline (el cuál pronto reseñaré) después le siguió Genial y justo cuando yo ya estaba más que enamorado del mundo que estaba descubriendo entró a la mesa Carcassonne, mi juego predilecto y fue en ese preciso momento tras colocar cada loseta que supe que ya no había vuelta atrás; éste era mi nuevo hobby. Lo amé desde la primera vez, quería aprender más sobre los juegos de mesa y jugarlos todos. El tiempo pasó y cada día fui aprendiendo más y más, sobre sus categorías, componentes, autores de juegos e incluso cómo comprar, que buscar y que esperar de un juego dependiendo de sus mecánicas, en fin volví a conocer gente, el Pay2Win quedó atrás y una vez más encontré el amor. 


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